CARTA ENCÍCLICA REDEMPTORIS MISSIO DEL SUMO PONTÍFICE JUAN PABLO II SOBRE LA PERMANENTE VALIDEZ DEL MANDATO MISIONERO

INTRODUCCIÓN

  1. La misión de Cristo Redentor, confiada a la Iglesia, está aún lejos de cumplirse. A finales del segundo milenio después de su venida, una mirada global a la humanidad demuestra que esta misión se halla todavía en los comienzos y que debemos comprometernos con todas nuestras energías en su servicio. Es el Espíritu Santo quien impulsa a anunciar las grandes obras de Dios:
    « Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe: Y ¡ay de mi si no predicara el evangelio! » (1 Cor 9, 16). En nombre de toda la Iglesia, siento imperioso el deber de repetir este grito de san Pablo.
  2. Desde el comienzo de mi pontificado he tomado la decisión de viajar hasta los últimos confines de la tierra para poner de manifiesto la solicitud misionera; y precisamente el contacto directo con los pueblos que desconocen a Cristo me ha convencido aún más de la urgencia de tal actividad a la cual dedico la presente Encíclica.
    El Concilio Vaticano II ha querido renovar la vida y la actividad de la Iglesia según las necesidades del mundo contemporáneo; ha subrayado su « índole misionera », basándola dinámicamente en la misma misión trinitaria.
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