«Hermanos, el camino no es sencillo, prohibido jubilarse » Mons. Oscar

Con estas palabras, Mons. Oscar Aparicio pidió, a los hermanos catequistas y agentes de pastoral, no dejar la misión que el Señor les ha encomendado, de anunciar el Evangelio a todas las personas.

El Arzobispo, presidió la Eucaristía de clausura del XXXVI Encuentro de Catequistas y Comunidades Cristianas rurales, donde compartió experiencias de los hermanos y hermanas participantes. Con ello, durante su homilía, expresó que el seguimiento al Señor no es fácil, que conlleva dificultades y rechazos. Incluso los años pueden agotarnos, pero les invitó a no jubilarse, a seguir con esta hermosa misión de anunciar la Buena Noticia.

Video y texto de la homilía

Ustedes han vivido estos días, han renovado su fe, se han encontrado y animado entre hermanos y hermanas. Qué bien hacen de estos encuentros para fortalecernos.

Pero vean que la palabra fuerza todo aquello que estamos viviendo. La gran pregunta de parte de Jesús es esta: Quién soy yo, qué dice la gente de mí. Ustedes escucharán por sus comunidades, toda aquella gente me interpela, también los no católicos dirán quién es aquel Jesús; ustedes responderán: algunos dicen que eres un profeta, que eres es un hombre bueno, algunos dirán que eres es la Palabra.

Jesús insiste: quién dicen que soy yo. Y la pregunta es a nosotros. Tú, quién dices que soy yo. Miren hermanos si, de este encuentro, nosotros saldríamos como una pequeña respuesta así sea muy chiquita, ya sería bueno. Para ti, quién es Jesús, es tu amigo, es el motivo de tu vida, es aquel que anuncias. Quién es para ti.

Si hemos venido aquí hasta Tablas Monte, diría yo, hemos venido para escuchar esta pregunta y responderla, porque la palabra de Dios nos ha venido en este primer sentido. Que nadie entonces se sienta marginado con la pregunta. La pregunta se hace hasta personal, quién soy yo para ti, en tu vida.

El segundo motivo que da la palabra de Dios, hoy día, es que, respondiendo está pregunta, nos llama a algo fundamental, seguir anunciándolo en medio de nuestros hermanos. Hay que dar de conocer a Jesucristo.

Si ustedes tienen una experiencia del Señor, si ustedes saben quién es Jesús, hay que darlo a conocer a los demás. La labor de un catequista es esta, la labor de un agente de pastoral es esta, la labor, diríamos, de los dirigentes es esta: dar a conocer a Jesús a las comunidades y al pequeño rebaño que se les ha encomendado. Sabiendo que hay adversidades; han escuchado, al final del Evangelio, el camino nos es fácil, el ser anunciador, el ser misionero no es fácil.

Lo mismo que a Zacarías, en la primera lectura. La tarea de Zacarías no era muy sencilla, tenía muchas veces expresar algo que el pueblo no siempre quería escuchar. La tarea del profeta, que no es fácil, es casi también como la tarea de nosotros.

Hermanos, hermanas, quisiera entonces animarlos, en nombre de esta iglesia local, y en hombre de Jesucristo a que no se desanimen, en su labor cotidiana, en su misión. Alguno pueden decir llevo tantos años, 15, 20, 30 años de catequistas. Hay catequistas de 40 años, de 45 casi 50.

Uno puede decir tantos años, mejor me voy a descansar me jubilo. En cambio, así como el Papa les decía a los jóvenes: prohibido jubilarse; prohibido también para ustedes jubilarse. Hay que seguir anunciando al Señor. Incluso puede haber otras adversidades, la gente se va, no siempre nos hacen caso hay, muchas sectas de por medio. En cambio descubrimos que, fundamentalmente, si seguimos anunciando al Señor, es una novedad para aquellos que lo escuchan y lo quieren conocer.

Coraje hermanos, que este encuentro nos haya renovado, los haya de vitalizado para seguir siendo discípulos misioneros del Señor.

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