Homilía de Mons. Oscar Aparicio por el Día de las Madres

Muy queridos hermanos y hermanas no hemos reunidos aquí en la Catedral para agradecer profundamente a Dios por nuestras mamás, es la noche que debemos pensar en nuestras mamás, es el día de mañana ciertamente. Aunque todos los días debería ser así. Siempre se dice, ¿no es cierto? El día de la madre debería durar los 365 días, y el año bisiesto 366.
Pero, que es una noche muy especial, un día muy especial de pensar en nuestra mamás en concreto y agradecer a Dios que nos ha permitido que esta mujer, que nosotros la conocemos bien, haya querido ser instrumento, para que nosotros tengamos el don de la vida que Dios nos regala.
En este tiempo de Pascua que estamos siendo testigos, de cómo los apóstolos van anunciando a Jesucristo por todo el mundo. Por ejemplo la lectura de Pablo hoy día: El gran apóstol, el apóstol de los Gentiles. Pero más que pensar en el apóstol pablo, o en los otros discípulos y apóstoles, me gusta pensar en sus mamás. Estos hombres han sido gestados por una madre, han sido acompañados por una madre. Por tanto cono no agradecer a Dios por nuestras mamás. Si pensamos en Jesús nuestro Señor, el Salvador, el que nos ha dado la posibilidad profunda de una vida que se extiende hacia la eternidad. Porque no solo somos nacidos de las entrañas del corazón de Dios mismo. Y somos peregrinos en este mundo, sino que también tenemos una vida de resurrección. Somos creados para una eternidad. Venimos del corazón de Dios y retornamos para el corazón de Dios.
Y estas mamás tienen algo particular, conocemos el nombre y algo de la historia de la mamá de Jesús. Qué bueno pensar en la Virgen María la mamá del Señor, del Salvador. Qué bueno pensar en las mamás de los discípulos.
Aquí en la primera lectura Dios le dice a Pablo: no temas sigue anunciando el evangelio. Ya había pasado muchas penurias por anunciar el evangelio. Por hacer conocer a Jesucristo entre todas las gentes y los pueblos. Hasta con astucia de mostrar a Jesús de diferentes maneras. Y hasta de contrarrestarse con sus contemporáneo para decir que este es el Dios verdadero. No temas Pablo, le dice Dios. Pero yo diría que también de tras de esta voz puede estar la voz de las mamás que dice también, hijo mío adelante. Qué bonito pensar en las mamás en concreto. La mamá de los discípulos, la mamá de Jesús. Por tanto esta noche pensar en nuestra mamá. Yo tengo a mi mamá en el cielo, pero cuantas veces siento, su cariño, su compañía que me acurruca, que me ama profundamente, que me sigue acompañando.
Es el día de las mamas, y nosotros como hijos, hijas, como no agradecer a Él en concreto por la historia, por nuestra mamá, con nombre y apellido, de carne y hueso, con rostro. Gracias Señor por mi mamá (…) yo lo puedo decir en esta noche, por todo lo que has hecho por esta santa mujer para que pueda también acompañar y ser instrumento, para que yo pueda gozar del don de la vida. Se dan cuenta hermanos es una noche fenomenal, estupenda que tenemos esta oportunidad de agradecer por nuestras mamás.
Y que buena la lectura del evangelio de hoy, no hemos buscado a propósito. Es la lectura que en el mundo entero se está anunciando. Es la que toca, digamos en el orden normal de la proclamación de la Palabra de Dios. Qué referencia más linda a las mamás. Son las palabras del mismo Señor Jesús. Se trata de un amor precioso, se trata de algo fundamental en la vida de las personas. Hermanos míos cuando hemos tenido la experiencia profunda del amor de madre, cuanta paz, cuanta certidumbre nos da en la vida. De cuantos complejos nos libra. Cuando hemos tenido la experiencia del amor profundo de una mamá, sabemos que ciertamente se compara al amor que Dios nos tiene. Repito que es el mismo Señor que dice, la mujer cuando va dar la luz siente angustia por que llego la hora, pero cuando nasce el niño se olvida si olvida de su dolor por la alegría que siente al ver que ha venido un hombre al mundo. Estamos hablando de una gestación, estamos hablando de un dar la luz, estamos hablando del don más precioso que hay en este mundo que se llama vid, la vida de los seres humanos. Y esto tiene que ver con la mamá. Es instrumento, por eso la madre es lo más precioso que puede haber. Gracias mamá (…) diría yo esta noche, porque has permitido porque has hecho lo posible de ser un instrumento para que yo pueda vivir.
Este niño o esta niña de que habla la Escritura, de esta alegría de que hemos sido para nuestras mamás, somos también los que estamos acá. Por tanto hermanos y hermanas, yo les invitaría simplemente en esta noche a pensar en nuestras mamás, los que la tienen en este momento en familia, creo que vale la pena dar, no solo un abrazo, sino un gracias en serio, por la vida de ellas y por ser instrumento y por la vida nuestra. Y los que no tenemos la mamá en este mundo, sabemos que la tenemos en el cielo y que interceden por nosotros. Por tanto, como no celebrar eucaristía esta noche. Les invito entonces hermanos y hermanas, aunque sea la primera vez que estamos organizando una misa así en la víspera del 27 de mayo, y ojala que sea también la primera de muchos años.
Y como hemos dicho anteriormente, también a los pies de la imagen de esta advocación de la Virgen de la Merced. Aquí en Cochabamba ha algo muy particular es el hecho de que esta imagen ha acompañado, ha estado presente en aquellas huestes revolucionarias de las heroínas de la Coronilla. De donde nace el día de la madre que celebramos en Bolivia. Pero que a veces se ha interpuesto, a la festividad, en la memoria a la Virgen de las Mercedes, entonces no tener a lo mejor un momento precioso como el de hoy, para agradecer por nuestras mamás. Repito que tienen nombre y apellido, que tienen rostro, que las conocemos y sabemos quiénes son, y podemos agradecer por ellas. Entonces, que esta noche sea de estas buenas noches que existe en la historia de la salvación. Hay grandes noches que el Señor se ha manifestado.
Que esta noche para nosotros aquí en Cochabamba sea un reconocer profundamente lo que significa las mamás para nosotros y un agradecimiento sincero. Ojalá que sea la inauguración de muchas noches más, de las buenas y grandes noches. Donde Dios hace una obra atreves también de las mamás. Porque así como María es instrumento de salvación, como es corredentora, así tantas advocaciones le decimos. Que también nuestras mamás se alegren porque sus hijos también se alegran, bendicen a Dios y le agradecen. Que este sea el momento más oportuno de celebrar la Eucaristía por nuestras mamás, amén.