P. Carlos Curiel: «Si nuestra fe y esperanza la vamos a vivir de manera individual vamos a estar perdidos»

El pasado domingo, vigésimo tercero del tiempo ordinario, P. Carlos Curiel, Vicario General, presidió la Eucaristía de las ocho de la Mañana en la Catedral Metropolitana de San Sebastián.
A tiempo de pedir oración por Nuestro Pastor que está de viaje en visita Ad Limina Apostolorum, al Papa Francisco; pidió que seamos verdaderos cristianos, viviendo una fe en comunidad. Si bien sea difícil una corrección al hermano, sea necesario hacerlo para salvación de todos, así juntos vivir la alegría del evangelio, haciendo presente el Reino de Dios.
Video y Texto de la Homilía
“…Iglesia peregrina de Dios”. Que canto más bello que nos hace recordar que somos cuerpo de Cristo, que somos una comunidad, el pueblo de Dios que camina en la fe en la esperanza y en el amor fraterno movido por la fuerza del Espíritu. ¿Te sientes pueblo de Dios? ¿Te sientes comunidad de hermanos y hermanas?
Así debemos vivir muestro ser Iglesia. De otra manera estamos perdidos. Si nuestra fe y esperanza, la vamos a vivir de manera individual, de tal forma que los sacramentos yo los vivo para mí, o para mi grupo, vamos a estar perdidos. Va ser una Iglesia difusa que no muestra el Cuerpo de Cristo, que no muestra esta unidad por el amor, por el amor que el Espíritu Santo ha derramado en nuestros corazones.
Queridos hermanos y hermanas, esta es una reflexión que debemos hacer constantemente. El saber Iglesia pueblo de Dios, movido por la fuerza del Espíritu. Es el Espíritu que anima cada corazón y cada miembro de este cuerpo. Es el Espíritu que dinamiza la vida de la comunidad para vivir fraternalmente unidos en el amor.
Para caminar juntos, sabiendo que Dios acompaña a su pueblo, aunque nos parezca como que Dios se ha apartado de nuestro camino. Él nunca se aparta, los que nos apartamos somos nosotros, cuando no queremos escuchar esa voz que llega a lo profundo de nuestro corazón y nos lleve a una conversión autentica.
La primera lectura nos ha dicho que nos pone como centinela de la casa. Qué lindo cuando con cariño y con amor nos hacemos ver la adversidad, nos hacemos ver que no cumplimos en el plan de Dios. Cuando uno recibe una crítica constructiva, cuando nos hacen ver el error en que hemos caído. También incluye a los “padrecitos”. Nosotros tenemos que tener la humildad y sencillez para escuchar de nuestros hermanos: “padrecito aquí no has hecho bien, te equivocaste; aquí no construiste fraternidad”. De tal forma que con cariño y con amor, advirtiéndonos de cuando nos hemos desviado del camino de Dios podamos retomarlo.
Podamos también tener este corazón lindo para reconocer la conversión de todos. Este es el llamado que nos hace el Señor. Si hemos salvado la vida de un hermano, bendito sea Dios. Se hemos salvado la vida de muchos, bendito sea Dios. Por eso, ojalá hoy escuche la voz del Señor.
Vamos a escuchar esa voz con sencillez, meditando y contemplando la Palabra, como la fuerza que nos da vida para ser signos que somos Iglesia pueblo de Dios, que refleja la reconciliación, el amor, la misericordia y la unidad. Esa unidad que nada podrá romper si la fundamentamos en Cristo, la roca firme en su Palabra. En esa palabra que debe llegar en lo más profundo de nuestro ser.
De qué manera tan linda el apóstol Pablo, cuando dirige esta carta a los cristianos de Roma, la está dirigiendo también a los cristianos de Cochabamba. El mandamiento del amor. Si todo lo hacemos con amor, salimos adelante. Si hacemos esa corrección del hermano, para echar en cara sus errores, sus fragilidades humanas, tampoco lograremos nada.
Si fundamentamos esta corrección en el amor, podemos lograr una comunidad linda, que camina en la paz en la unidad y en ese amor tan grande que nos ha dado la fuerza del Espíritu Santo. Dios estaba en Cristo reconciliando consigo, confiando la palabra de la reconciliación.
La reconciliación, esto tiene que ser algo debe impregnar el corazón de la comunidad. Hacer una corrección fraterna que logre la conversión de la comunidad y la conversión personal y busquemos vivir con autenticidad el amor fraterno. Esta es una petición que tenemos que hacer al Señor, porque no es fácil.
No es fácil que nos corrijamos fraternalmente en la familia, en nuestras comunidades en el barrio en donde yo vivo. No es fácil hacer una corrección fraterna. Si hacemos escuchando la voz del Señor que nos dice que amemos entrañablemente a nuestro prójimo, lograremos comunidad de fe, de esperanza y de amor fraterno.
No perdamos la esperanza de que nuestro pueblo puede construirse sobre bases sólidas, que reflejen fraternidad, unidad, en definitiva que refleje el gran amor que Dios nos tiene. Y así hagamos de Cochabamba, un pueblo lindo que camina alegre en la esperanza, firmes en la fe y que nos lleve a comunicar la alegría del evangelio.
Estamos en las puertas de celebrar el aniversario de Cochabamba. Pidamos a Dios eso, para que Cochabamba refleje la unidad el cuerpo de Cristo que camina aquí en la tierra y que da testimonio del amor de Dios. De la posibilidad de reconciliarnos siempre y de la unidad fraterna, escuchando esa voz del Señor que nos dice: que todos sean uno, como lo somos Tú y Yo Padre por la fuerza del Espíritu Santo.
Hermanos vivamos la alegría del Evangelio con estas palabras que el Señor nos ha dirigido, invitándonos a sentirnos cuerpo de Cristo, piedras vivas de la Iglesia. Una Iglesia que refleja esta unidad y que refleja en definitiva el amor que encontramos en de la Santísima Trinidad.
Que el amor que ha sido derramado en nuestros corazones permanezca siempre en nuestras comunidades, en nuestro pueblo de Cochabamba en nuestras familias y así comuniquemos al mundo que es lindo vivir bajo la Palabra de Dios, fundamentando nuestras vidas en ella. ¡Que así sea!