XXX Jornada Mundial del Enfermo 2ª parte – P. Miguel Manzanera SJ

El 11 de febrero, día de la Fiesta de la Virgen de Lourdes, Patrona de los Enfermos, se celebra también la “Jornada Mundial del Enfermo”. Esta Jornada fue instituida hace ya 30 años en 1992 por el Papa San Juan Pablo II para sensibilizar a todo el Pueblo de Dios, a las instituciones sanitarias católicas y a la sociedad civil sobre la necesidad de asistir a los enfermos y a quienes los cuidan.
El actual Papa Francisco en este año 2022 ha publicado el mensaje “XXX Jornada Mundial del Enfermo” para comprender mejor la importancia de esta celebración, para fortalecer nuestra voluntad de ponernos al servicio del enfermo prójimo y para ayudarlo y acompañarlo en su padecimiento. El pasado domingo hemos publicado la 1ª parte de este mensaje que ahora completamos.
4. Los centros de asistencia sanitaria, casas de misericordia. Debemos también centrar nuestra atención en los centros de asistencia sanitaria. A lo largo de los siglos, la misericordia hacia los enfermos ha llevado a la comunidad cristiana a abrir innumerables “posadas del buen samaritano”, para acoger y curar a enfermos de todo tipo, sobre todo a aquellos que no encontraban respuesta a sus necesidades sanitarias, debido a la pobreza o a la exclusión social, o por las dificultades a la hora de tratar ciertas patologías. En estas situaciones son sobre todo los niños, los ancianos y las personas más frágiles quienes sufren las peores consecuencias.
Muchos misioneros, misericordiosos como el Padre, acompañan el anuncio del Evangelio con la construcción de hospitales, dispensarios y centros de salud. Son obras valiosas mediante las cuales la caridad cristiana ha tomado forma. El amor de Cristo, testimoniado por sus discípulos, se ha vuelto más creíble.
Pienso sobre todo en los habitantes de las zonas más pobres del planeta, donde a veces hay que recorrer largas distancias para encontrar centros de asistencia sanitaria que, a pesar de contar con escasos recursos, ofrecen todo lo que tienen a su disposición. Pero aún queda un largo camino por recorrer y en algunos países el recibir un tratamiento adecuado sigue siendo un lujo. Lo demuestra, por ejemplo, la falta de disponibilidad de vacunas contra el virus del Covid-19 en los países más pobres. Incluso faltan tratamientos y medicamentos para patologías mucho más sencillas.
Las instituciones sanitarias católicas son un tesoro precioso que hay que custodiar y sostener; su presencia ha caracterizado la historia de la Iglesia por su cercanía a los enfermos más pobres y a las situaciones más olvidadas. Muchas familias religiosas escuchan el grito de hermanos y hermanas que no disponen de acceso a los tratamientos sanitarios o que no están bien atendidos y se han entregado a su servicio. Su presencia es una bendición incluso en países desarrollados, porque siempre pueden ofrecer, además del cuidado médico corporal, aquella caridad gracias a la cual el enfermo y sus familiares ocupan un lugar central.
Lastimosamente la cultura del descarte está muy difundida y no siempre se reconoce a la vida la dignidad de ser acogida y vivida. Por eso las “Casas de misericordia” atienden a personas pobres o desprotegidas. Pueden y deben ser un ejemplo en la protección y el cuidado de toda existencia, aun de la más frágil, desde su concepción hasta su término natural.
5. La misericordia pastoral: presencia y cercanía. A lo largo de estos 30 años el servicio indispensable que realiza la pastoral de la salud se ha reconocido cada vez más. La peor discriminación que padecen los pobres —y los enfermos son pobres en salud— es la falta de atención espiritual. Hay que ofrecerles la cercanía de Dios, su bendición, su Palabra, la celebración de los sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y maduración en la fe.
La cercanía a los enfermos y su cuidado pastoral no sólo es tarea de algunas personas dedicadas a ellos: visitar a los enfermos. Es también una invitación que Cristo hace a todos sus discípulos. Muchas personas enfermas o ancianas viven en sus casas esperando una visita, pero nadie les visita. Todo bautizado debe ser consciente de la palabra de Jesús: «Estuve enfermo y me visitaron» (Mateo 25,36).
Por eso, -concluye el Papa Francisco – queridos hermanos y hermanas, encomendemos todos los apacientes y sus familias a la intercesión de María, “Salud de los enfermos”. Cristo lleva sobre sí el dolor del mundo, unámonos a Él y encontraremos sentido, consuelo y confianza. Rezo también por todos los agentes sanitarios para que, llenos de misericordia, ofrezcan a los pacientes, además de los cuidados adecuados, su cercanía fraterna. Les imparto la Bendición Apostólica.
Concluimos indicando que hasta la fecha, febrero de 2022, se han registrado la oficina médica anexa a unas 7.000 personas enfermas que han sido curadas gracias a la oración y al agua que brotó cuando la Virgen le ordenó a Bernadette escarbar en el suelo. Esta agua sigue manando y llenando unas piscinas en las que pueden bañarse los enfermos que piden la salud corporal y espiritual. En la oficina médica adjunta se han estudiado y calificado como inexplicables 70 curaciones, que los representantes de la Iglesia Católica consideran atribuibles a la milagrosa Virgen de Lourdes, Patrona de los Enfermos.